Corría un viento helado por Cornellà y eso que la cosa andaba por los 13 grados. Un zapatazo monumental de Bebe tenía al perico con los pelos de punta. Le había entrado el frío, si. Con un mínimo acierto la cosa debía estar 2-0 y el tanto vallecano, si acaso, hubiera sido una amenaza. Pero entre Burgui, Asensio, Gerard, Víctor Sánchez, y naturalmente Yoel que para eso estaba, perdieron el gol de la tranquilidad. Más de un gol.
Hacía frío cuando Hernán Pérez agarró la volea soñada. La pelota cae del cielo... ¡y a la escuadra! El rugido de la grada fue el de un volcán. Por el golazo y por su significado. Tras el 0-3 con el Betis, el Espanyol debía ganar y ganar, y ganó. Con toda justicia y con el sufrimiento de costumbre. Fue mucho más que el Rayo y no respiró hasta un final complicado: Víctor Sánchez vio la segunda amarilla y Diop su quinta por protestar la roja al compañero. Corolario: ninguno estará el próximo lunes en Granada en otro partidito de no te menees. El eje central blanquiazul, KO para esa cita en el minuto 90. Es el tradicional sufrimiento españolista. Que tuvo que ser menos esta vez, ya digo. Fue mejor en todas las partes del campo y en todas las facetas del juego ante un Rayo confuso.